lunes, 7 de febrero de 2011

Súbditos universitarios

Copio y pego una opinión sobre la Universidad española (original aquí). Lo mejor (por si alguien no quiere leerlo), la última frase: La universidad española es como un cementerio: si quieres cambiar algo no puedes contar con los que están dentro.


La universidad española es una organización medieval: solo se entra por vasallaje. Me explico. Imagine un científico joven que se fue al extranjero a hacer su tesis doctoral. La termina y sigue desarrollando su propia línea de investigación. Pero un día le entra morriña y quiere volver a su país: pide un Ramón y Cajal y, con su currículum, se lo dan. Ahora bien, no tiene contacto alguno en el centro donde quiere incorporarse. Ahí empieza su calvario. Allí se topa con el director de departamento y una larga cohorte de catedráticos y profesores titulares, además de interinos, ayudantes, asociados y becarios esperando una plaza.
Su plaza. Él quiere traer su investigación, pero se olvida de una cosa: los faraones aún existen y están en los departamentos universitarios. El director le dice que nones, que si quiere venir a este departamento debe trabajar en su línea de investigación. Los demás le miran como un advenedizo que viene a romper el intricado y sutil entramado de servidumbres que sustenta el sistema.

En la universidad española hay que esperar en la cola a que te toque tu plaza. Da igual que te presentes a oposiciones en otros lugares. Aunque tu currículum sea el mejor, como no tengas padrinos estás (casi) sentenciado. Toda plaza está asignada y ya se encargará el sistema de que caiga en sus manos. Es parte de la tradición universitaria.

Para ser profesor no se necesita ser un excelente investigador, ni tan siquiera uno bueno. Únicamente no tienes que cagarla. Al terminar la carrera entras en un departamento y rindes pleitesía a uno de sus popes. Debes asumir que eres el becario para todo y trabajar para que tu jefe produzca artículos que realmente serán tuyos. Si aguantas modosito en la fila y no das problemas, accederás a una plaza cuando llegue tu turno.

Este es el problema de la universidad española. En la clasificación de las mejores del mundo la primera que aparece es la de Barcelona, en el puesto 142. No hay ninguna entre las 50 mejores del mundo en ciencia y tecnología. ¿Es un problema de cabezas, de que somos tontitos? No. Es un problema de funcionamiento, de que nuestras universidades se rigen por principios de servilismo. Es algo que no tiene solución. Nadie de dentro querrá hacer nada: ni los nobles que viven de ello, ni los vasallos que esperan su turno. La universidad española es como un cementerio: si quieres cambiar algo no puedes contar con los que están dentro.


Y qué hacer contra esto. Descartada la violencia (que se puede volver contra uno), yo opino que dar la brasa con el tema a todo el que quiera escucharnos (y al que no quiera, también), sobre todo al propio personal de la Universidad. Es como lo que contaba Gila de cuando trabajaba en Scotland Yard y atrapó a Jack, el Destripador a base de indirectas (ver más abajo, a partir del minuto 4:25). No servirá para nada pero, al menos, es un desahogo (igual que, a veces, este blog).


La canción de Krahe de hoy fue fácil de elegir:



Gila y su teléfono:


3 comentarios:

Unknown dijo...

Lo mejor la etiqueta: "ganas de quemar edificios públicos", me parto...

Unknown dijo...

Ah! que a Krahe le entrevistan hoy en Diagonal:
http://www.diagonalperiodico.net/Me-gustas-democracia-porque-estas.html

Josep Lluís dijo...

Como la canción ¡Ay, democracia!, a la que hace referencia la entrevista, no creo que la enlace nunca en un post del blog, pego las dos primeras estrofas:

Me gustas, Democracia, porque estás como ausente
con tu disfraz parlamentario,
con tus listas cerradas, tu Rey, tan prominente,
por no decir extraordinario,
tus escaños marcados a ocultas de la gente,
a la luz del lingote y del rosario.

Me gustas, ya te digo, pero a veces querría
tenerte algo más presente
y tocarte, palparte y echarte fantasía,
te toco poco últimamente.
Pero, en fin, ahí estás, mucho peor sería
que te esfumaras como antiguamente.

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